miércoles, 23 de junio de 2010

Causa Justa. John Grisham



En esta novela podemos encontrar diálogos ingeniosos de la talla de John Grisham:

-¿Tienes coche?
-Sí
-¿Sabes conducir?
-No. Duermo en el asiento de atrás

John decidió entre dedicarse a beber Brandy en bares elegantes o escribir thrillers judiciales y dedicarse a beber aún más Brandy con el dinero de ellos.

La trama en general está muy bien ambientada si te partes dos costillas y un familiar que dice leer con frecuencia (tambien aficionado al Brandy) rescata una bolsa de Ruffles y esta novela de la gasolinera más cercana al hospital.

Por lo general este tipo es leido por amantes de la justicia y aficionados a la intriga mediocre.

-John, abre los ojos. Hazme caso, yo soy más listo que tú.

El protagonista cambia de opinion respecto a los sin techo gracias a "el hombre de las botas de goma que entra en el ascensor sin que nadie lo vea", la novela sigue y sigue sin que el protagonista, osea Michael Brock, encuentre del todo sentido a su vida rápida y ocupada del bufete de abogados, de ahí que "el hombre de las botas de goma aparezca". Por cierto, el final ya se sabe desde la pagina 2.

Lo más impresionante de todo esto es que es una novela de suspense sin suspense, y ahora te preguntarás...¿ Cómo es posible? Bien, esa es la gran especialidad de John, sacar petróleo de una resaca de una idea escrita en el reverso de un tomo de Paginas Amarillas. Eso y el Brandy.

Si te rompes las costillas, esta historia fluida y fascinante, no conseguirá dejarte impertérrito.

martes, 22 de junio de 2010

La Cinta Roja. Carmen Posadas.



Os dejo algo de Carmencita, si si, la misma que cobra junto a otro señor cursos rápidos de literatura para que intentes imitar sus novelas, la misma. Bueno, pues esta mujer de alta cuna y fogoso físico, (a pesar de su edad de fin de contrato en el paritorio) nos quiere deleitar con su "tecnica" de estatus social feminista. Supongo que su gran curso literario será para que nos acerquemos a la veintena de libros infantiles que posee, o por lo menos, comprendamos bien los complicadísimos entresijos de estos.

Nota: No se qué será más caro, si el curso inservible de mecanografía que todos quisimos hacer algún día, o el de la señora de Montevideo. Pero bueno, ya sabéis...que no son lo mismo los cuentos infantiles, que los cuentos infantiles escritos por un Premio Planeta.

Yo, máximo pagaba un euro (166 pesetas con 38).

Mejor ir directamente al libro, porque la vida de esta ilustre señora es más aburrida que cualquier autor de pacotilla y su comida de los domingos con la madre y su pregunta de... ¿...y que tal la novela, ya la has terminado?.


Pues... está narrada en primera persona, es una biografía novelada comprendida entre los albores de la revolución francesa y la ascensión al trono de Bonaparte.

La mujer se encabrita un poco en describir vestuario (tiene que poseer un gran fondo de armario de trajes de noche) y también alude que el lujo la protagonista se lo ha ganado a pulso con sus armas de mujer. "el tipo de armas parecidas a cuando pagas en caja en los bares de las lucecitas"

Que en realidad no se por qué se empeña en eso porque la tía es una fulana mentirosa, (la protagonista) pero bueno, todas las personas no están conformes con lo que dice el diccionario que es una pécora.

Liberté, Igualité, Fraternité. Josefina de Beauharnais era más cochinilla que la que todos conocemos en tu barrio, pues la prota de La Cinta Roja no te dejará indiferente.



viernes, 23 de abril de 2010

La Camilla.

http://www.urbinavolant.com/verbavolant/wp-content/uploads/2008/11/hospital.jpg

La camilla cojeaba, la camilla avanzaba hacia la sala por el pasillo infinito blanquiazul, la camilla cojeaba, seguía su camino justiciero hacia la estancia, fría, despoblada, abrumadora, la camilla cojeaba....la camilla se paró, incomprendida, aturdida por el riesgo atroz de una luz cegadora ineludible, luz presurosa poseedora de glotonería. Vámos, elude, vámos, evade, ¡Álto! Consientaseme breve pausa de recapitulación a cierto vestigio de vigor aún latente, aunque aleatorio y vacilante. Vestigio remoto cegador, distante, ¡Óh! recapitulación conmemorativa de pretéritos sucesos ante la posible luz inminente.
La rueda manifestaba con su leve asimetría su conocimiento e inconformismo mayúsculo ante lo inaplazable. Su protesta no serviría, sin posibilidad de alternativa. Cotidiano dolor de cabeza en cómoda tumba transportadora decantó a no razonar. Sabiendo que era mejor esperar.